Hoy te voy a contar un caso real de coaching, para que entiendas cómo funciona y en qué situaciones prácticas es útil.
Una clienta, a la que llamaremos Beka, acudió a mí en un momento de su vida en el que no se sentía nada bien.
Se sentía perdida, ya nada la motivaba y nada le daba paz y tranquilidad. Sufría de ansiedad, lo que le había causado problemas físicos como gastritis, náuseas, etc. Y, desmotivada como estaba, había empezado a encerrarse en sí misma cada vez más, y comenzó a distanciarse incluso de las personas más cercanas a ella. Prefería quedarse en casa, sola, refugiándose en su cama, el único lugar donde sentía que el peso de la realidad disminuía.
Afortunadamente, un día Beka tomó conciencia de su estado (tanto mental como físico) y decidió que no quería seguir así.
Tomó la decisión de responsabilizarse de su bienestar y se dio cuenta de que necesitaba ayuda. Y no sólo se dio cuenta, sino que lo aceptó e incluso lo pidió.
Sinceramente, ¡felicidades por tu valor, Beka!
Cuando empezamos el viaje de coaching juntas, vi a Beka muy desanimada, sentí que quería cambiar, pero que aún tenía poca fuerza (tanto física como mental) para hacerlo.
El camino de Beka, tuvo altibajos, como prácticamente todos nuestros caminos y vidas. Había sesiones en las que parecía volver a esa Beka llena de energía y esperanza y otras en las que volvía a sentirse más abatida. Esto es muy normal (¡realmente lo es! Cuando estás a tope en italiano te dicen: !estás en la cresta de la ola! Pero..¿cómo se puede estar siempre en la cresta de la ola? Todes sabemos que las olas, en la orilla, rompen).
A través de las sesiones de coaching, con calma y mucho compromiso, y un gran trabajo de introspección sobre sus sensaciones físicas, sus emociones y sus creencias limitantes, Beka pudo entender de dónde venía esa sensación de malestar que la acompañaba a diario y deshacerse de ella.
En el caso concreto de Beka, se trataba de autoexigencia muy elevada. Tenía unas expectativas muy altas de sí misma.
Todo lo que hacía tenía que ser nada menos que perfecto. Si no lo era, se machacaba tremendamente, se insultaba, se culpaba y se convencía de que no era lo suficientemente buena o no era capaz. Entonces entraba en un círculo negativo del que le resultaba muy difícil salir.
Por si fuera poco, cada resultado que conseguía lo vivía como algo que tenía que hacer, su "tarea/deber" básico y elemental, por lo que no se concedía a sí misma ningún mérito, y mucho menos ninguna recompensa. Nunca se decía "lo has hecho bien", lo máximo que se decía era "has hecho lo que tenías que hacer”.
Por ejemplo, se exigía las mejores notas en sus exámenes, creyendo que era normal obtener siempre la mejor nota, que era factible y que, por tanto, tenía que hacerlo.
Desde que obtener las mejores notas se convirtió en una obligación para ella, cuando lo conseguía nunca se recompensaba a sí misma, no se alegraba de sus resultados. Todo esto hizo que se sintiera insatisfecha incluso con los hermosos resultados que estaba logrando.
Gracias al maravilloso camino de coaching que realizó, a través de ejercicios de autoconocimiento, técnicas para pensar "fuera de la caja" y pequeños cambios en su vida cotidiana, Beka consiguió cambiar su forma de pensar y de expresarse.
Ha aprendido a valorarse y a reconocer sus propios méritos.
Ahora Beka es capaz de verse a sí misma como lo que es: un hermoso ser humano que hace lo mejor que puede y que, a pesar de algunos defectos o resultados imperfectos, merece estar bien y quererse a sí misma.
Si tú también te encuentras en la situación de Beka o en una similar, o conoces a alguien en esta condición, no dudes en ponerte en contacto conmigo.
No siempre podemos arreglárnoslas solos. Pedir ayuda es lo más valiente que podemos hacer y es el primer paso fundamental para cambiar una situación que ya no nos gusta.
Con mucho amor,
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