En estos dos últimos años de pandemias, cierres, restricciones y guerras, sentí que estaba perdiendo una de las cosas más importantes para mí, la libertad.
Hasta hace dos años, ni siquiera me daba cuenta de que la libertad era un valor fundamental para mí, porque simplemente la daba por sentada. Me parecía imposible perderla. Por fin me he dado cuenta de que es preciosa, que no hay que darla por sentada y que hay que apreciarla.
Sin embargo, también he aprendido que hay una libertad que no he perdido en estos dos años, y que ni tú ni yo perderemos nunca. Victor Frankl (psiquiatra, prisionero en campos de concentración y autor de El hombre en busca de sentido) la llama "libertad última", porque es la única que nunca le fue arrebatada durante sus años de prisión, la libertad de decidir cómo responder.
Cuando recibimos un estímulo, pueden ocurrir dos cosas (reacción vs respuesta):
1. reaccionamos (modelo reactivo)
o 2. respondemos (modelo proactivo)
-> Cuando reaccionamos, no nos damos espacio para observar y comprender el estímulo, la reacción es inmediata, se produce inmediatamente después de la llegada del estímulo y puede que no sea la mejor para nosotres.
-> En cambio, cuando respondemos, tomamos ese espacio (en el que entran en juego la autoconciencia, la imaginación, la conciencia moral y la voluntad independiente) que nos permite elegir libre y conscientemente cómo responder.
Cuando respondemos, de forma proactiva, no sólo estamos "tomando la iniciativa", sino que también estamos siendo responsables de nuestras vidas. La palabra responsabilidad incluye, de hecho, las palabras responder y habilidad.
Somos responsables cuando utilizamos la habilidad de elegir nuestra respuesta.
¿Qué significa todo esto?
Pues, según Stephen Covey, que podemos ser responsables de nuestro propio bien y que nada puede hacernos daño sin nuestro consentimiento.
Poderoso, ¿verdad?
Por supuesto, es necesario abandonar el papel de víctimas que a menudo desempeñamos, que, seamos sinceros... ¡es tan cómodo!
Cuántas veces culpamos al tiempo, al destino, a las circunstancias o a otras personas de nuestra infelicidad e insatisfacción, alegando que no es culpa nuestra y que no podemos hacer nada al respecto.
"Llegué tarde porque empezó a llover"
"He tenido un día terrible porque el cajero del supermercado me ha contestado mal".
"Siempre estoy enfadada y estresada por mi trabajo, que no me gusta nada".
¿Te suenan estas frases?
Cuando decimos frases como estas, nos identificamos como no responsables y, por tanto, no elegimos la respuesta que queremos dar y dejamos que alguien o algo la elija por nosotres.
Por mucho que esta actitud nos permita quitarnos un peso de encima, no sirve en absoluto para hacernos sentir bien.
Asumir la responsabilidad de nuestro propio bienestar puede no ser fácil, especialmente al principio, pero es lo único que funciona.
Si ahora piensas por un momento en dejar el destino de tu bienestar en manos de diversos acontecimientos, personas o circunstancias, ¿cómo te sientes?
No suena bien, ¿verdad?
Es fundamental entender y recordar siempre que lo que nos hiere no es lo que nos sucede, sino nuestra respuesta a lo que nos sucede.
Lo más importante es cómo respondemos a lo que experimentamos en nuestras vidas.
Si el cajero del supermercado te ha respondido mal, puedes elegir que este suceso no te arruine el día, quizás podrías ponerte en su lugar e imaginar que ha tenido una mala mañana, y pasar de sentir rabia a empatizar.
¿Qué diferencia supondría esta decisión en tu día?
¡Cómo de poderoso es tener la libertad de elegir cómo respondemos a los acontecimientos y cómo nos sentimos!
Tenemos una hermosa herramienta tenemos en nuestras manos. ¿Tú cómo quieres utilizarla?
¿Cuánta utilidad puede tener para alcanzar tus metas y encontrar algo de paz interior?
Si quieres salir de tu papel de víctima, hacerte responsable de tu bienestar y lograr tus objetivos personales y profesionales, el coaching es perfecto para ti.